En una reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, la magistrada Gloria Poyatos aplicó la Ley Orgánica 5/2024 al dirigirse a un niño de diez años con TEA, explicando: «Hemos estudiado tu caso y tienes toda la razón, Pedro. Te vamos a apoyar porque ahora entendemos por qué te cuesta más hacer las cosas». Esta intervención, sin precedentes, evidencia cómo el discurso jurídico puede convertirse en un puente humano cuando se adapta al lenguaje del destinatario.
Nayra Cabrera, directora del Centro Dúo, valora la iniciativa como «excelente» desde el punto de vista legal, aunque advierte que el redactado presentó una «mirada infantilizada» que podría no garantizar que el menor comprendiera su diagnóstico ni estuviera debidamente informado. Cabrera alerta de que aprender a hablar jurídico es como estudiar otro idioma, inaccesible para muchos, y que el lenguaje judicial, aunque adaptado, puede perder su objetivo si no se aplica con precisión y respeto.
Este episodio subraya que la aplicación de la ley no puede quedar en meras formalidades: la justicia debe ser comprensible para todas las personas, especialmente aquellas con necesidades especiales. Cabrera insiste en que no basta con que exista una ley que permita el lenguaje adaptado: es imprescindible aplicarla correctamente, por medio de equipos expertos que actúen como intermediarios entre la justicia y quienes requieren apoyo adicional.

