Kate Frazer, Duncan Radley, Catherine Homer, Louisa Ells, Joanna Saunders y Theo Stickley han publicado un artículo (The Benefits of Plain Language Summaries in Public Health Publishing) que pone sobre la mesa la importancia de utilizar resúmenes en lenguaje claro en el ámbito de la salud pública. Su tesis es sencilla pero poderosa: si la ciencia se escribe de forma comprensible, puede transformar la vida de muchas más personas. Y esto, aseguran, es crucial cuando se trata de investigaciones sobre salud.
Los llamados “Plain Language Summaries” o PLS (resúmenes en lenguaje claro) son versiones simplificadas de artículos científicos. No eliminan el rigor ni la exactitud, pero traducen los conceptos técnicos a un lenguaje que cualquier persona sin formación especializada puede entender. Para los autores, los PLS no son un complemento opcional, sino una herramienta esencial para democratizar el acceso al conocimiento.
El artículo expone cómo estos resúmenes permiten que los resultados de investigaciones lleguen a quienes más pueden beneficiarse de ellos: pacientes, cuidadores, personal sanitario sin perfil investigador, periodistas, gestores públicos y cualquier ciudadano interesado. La clave está en eliminar barreras cognitivas, reducir tecnicismos, aclarar términos y estructurar la información con claridad.
Un buen resumen en lenguaje claro —explican— debe abordar qué se investigó, por qué se hizo, qué se encontró y qué implicaciones tiene. También debe evitar las siglas, las frases enrevesadas y la jerga académica. Idealmente, no debería superar las 250 palabras y puede ir acompañado de elementos visuales, como ilustraciones o infografías, que refuercen la comprensión.
El artículo también señala que cada vez más revistas científicas exigen o recomiendan incluir un PLS junto a los artículos originales. Sin embargo, hay grandes diferencias entre publicaciones: algunas ofrecen guías claras para redactarlos; otras, no. Hay quienes los cuidan con esmero y quienes los tratan como una formalidad más.
Uno de los puntos más interesantes del estudio es la defensa de que estos resúmenes sean revisados por personas no expertas, para comprobar si realmente se entienden. Los autores incluso proponen que los PLS se construyan en colaboración con pacientes u otros perfiles legos en la materia, como parte de un enfoque más inclusivo en la producción de conocimiento.
Los beneficios, aseguran, van mucho más allá de la comunicación. Estos resúmenes permiten a los profesionales tomar decisiones rápidas basadas en evidencias. Empoderan a los pacientes, que pueden comprender mejor las alternativas de tratamiento. Mejoran la transparencia y reducen la distancia entre ciencia y ciudadanía, lo cual es vital en contextos de desinformación o crisis sanitarias como la vivida durante la pandemia de la COVID-19.
Pero también hay desafíos. Falta una estandarización clara sobre cómo deben hacerse los PLS. No todas las publicaciones tienen recursos para elaborarlos con calidad. Y a menudo estos resúmenes quedan escondidos, sin visibilidad suficiente en los motores de búsqueda o en las redes sociales donde se consume la información.
Frente a estos retos, el artículo reclama una apuesta decidida por el lenguaje claro en el ámbito científico. Propone que los resúmenes sean obligatorios en las revistas académicas, que existan plantillas y ejemplos claros, que se forme a los autores y que se evalúe la eficacia de estos textos con personas reales.

